Las mujeres indígenas sufrimos múltiples violencias. Como hijas de la Madre Naturaleza, lo que a ella le afecta nos afecta a nosotras. Por eso la defendemos, para preservar nuestras formas de vida. Fortalecemos nuestras capacidades con ese objetivo. Y así como exigimos que reconozcan nuestras demandas específicas como mujeres, lo hacemos también como defensoras de nuestros territorios. Y con ello enfatizamos que para nosotras el Día Internacional de la Mujer es un día de lucha y resistencia desde nuestra identidad cultural.
En ese marco continuamos reflexionando sobre lo que significó el proceso de nuestra “Escuela de formación para defensoras territoriales”, esta vez en el territorio ancestral de la nación Ashéninka, donde identificamos las principales amenazas a nuestros territorios y nuestras fortalezas para enfrentarlas, con el objetivo de perfilar mejor las futuras experiencias de fortalecimiento de capacidades para avanzar hacia el buen vivir y la vida plena.
Durante las dos últimas semanas de febrero estuvimos en las comunidades nativas ashéninkas Sheyamashya, Puntijao y Boca Apinihua, cuyos territorios se ubican en el distrito de Raymondi, provincia de Atalaya, región Ucayali. En ellas, además de realizar la evaluación colectiva de nuestra escuela, analizamos, corregimos y complementamos la cartografía de nuestros territorios comunales, para señalar y expresar lo que la información oficial oculta.
De esta forma nos quedamos fortalecidas con los saberes que compartimos para continuar protegiendo nuestros conocimientos y la Madre Naturaleza, en un contexto político que los pone hoy en mayor riesgo. Para alimentar los ríos históricos de nuestra resistencia, que hoy enfrentan a una dictadura cívico-militar-empresarial que intentar arrasar con nuestras vidas y nuestros derechos. Pero somos fuertes y no lo lograrán.
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