Por la renovación de las vidas:
Es el 21 de junio, el solsticio de invierno, el día más largo del año. Una fecha en la que desde nuestra identidad cultural legada por nuestros ancestros y ancestras celebramos la renovación y continuidad de las vidas, agradeciéndote, Madre Naturaleza, por ser tus hijas, por cuidarnos, alimentarnos, curar nuestras enfermedades, ser el sustento de nuestra espiritualidad. Porque eres el germen de nuestra ciencia y tecnología ancestral para la preservación de las vidas.
Una preservación más urgente que nunca, porque el sistema económico está en una crisis integral que lo obliga a arremeter con más fuerza contra las vidas y los derechos. Por eso ha impuesto en el Perú una dictadura cívico-militar-empresarial que profundiza tu despojo, que es también el nuestro, agravando la crisis climática que nos impacta con mayor fuerza a los pueblos y las mujeres indígenas.
Una crisis climática que se expresa en heladas, sequías, inundaciones, huaicos, incendios forestales, mientras otorgan más y más facilidades y beneficios a las actividades extractivas. Ese extractivismo que te destruye y nos destruye, porque todo lo que te afecta a ti, Madre Naturaleza, nos afecta a las mujeres indígenas. Y además pretenden engañarnos y cooptarnos con falsas soluciones que te mercantilizan, ofreciéndonos dinero y cosas materiales que se esfumarán en el corto plazo y harán irreparables a largo plazo los daños que nos causan.
No nos dejamos engañar, menos comprar. Porque las mujeres indígenas somos parte tuya y seguiremos luchando y resistiendo hasta conquistar el reconocimiento de tus derechos: te lo prometemos, Madre Naturaleza.
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