Ya son más de 50 muertos, entre ellos por lo menos seis menores de edad y cuatro mujeres. Los dos últimos en Macusani, Puno: la rondera Sonia Aguilar Quispe y Salomón Valenzuela, ambos por herida de bala. La dictadura cívico-militar-empresarial nos sigue matando. Nos sigue persiguiendo, deteniéndonos arbitrariamente, terruqueándonos.
Es el fascismo colonial, racista y clasista, con su insaciable sed de sangre. Más allá de declaraciones y denuncias, la comunidad internacional debe tomar medidas efectivas para que salga la dictadura. Exigimos justicia y con la dictadura acaparando todos los poderes del Estado, solos y solas no lo vamos a lograr. Una comisión internacional debe investigar todos los crímenes de lesa humanidad perpetrados desde que el Congreso colocó la banda presidencial a la traidora Dina Boluarte.
Nuestros hermanos y nuestras hermanas han venido a Lima, están aquí, marchando, pese a las intervenciones policiales en las carreteras, a las detenciones y al discurso repulsivo de los grandes medios de comunicación. Gracias a la solidaridad de los estudiantes sanmarquinos y de la Universidad Nacional de Ingeniería que les está dando albergue. Qué vergonzosa la actitud de la rectora de San Marcos, que enloda más de 400 años de historia de lucha de esa universidad. Que valiente la actitud del Consejo Universitario de la UNI y su rector.
Las movilizaciones continúan en otras regiones. Y en Lima marchamos también contra la indiferencia, el racismo, los asesinatos, la represión, la impunidad. Marchamos porque no nos rendimos. Y seguiremos luchando y resistiendo hasta que se vaya la dictadura, se cierre el Congreso, se convoque a elecciones y se realice un referéndum para votar por una nueva Constitución.
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