Hace 241 años fue cruelmente ejecutada Micaela Bastidas, estratega política y militar de la rebelión anticolonial más grande del continente, junto a Túpac Amaru II. Una rebelión que es símbolo de nuestra resistencia iniciada a partir de la invasión española y que continúa hasta nuestros días.
La mejor forma de rendirle homenaje es recogiendo su legado. Diciendo, como ella, “ya no tengo paciencia para seguir soportando esto”. Siendo conscientes de que el colonialismo no ha terminado, que se expresa cada día en el sistema dominante vulnerador de derechos y destructor de nuestra Madre Tierra. Un sistema que sigue creando sus felipillos para dividirnos, traicionarnos.
Los felipillos contemporáneos son aquellos que se ponen el traje de la identidad indígena para beneficiarse con ella, para ser serviles al Estado, a cambio de un cargo o u proyecto económico. Son aquellos que olvidan interesadamente que las organizaciones existen para exigir derechos, no para mendigar dádivas.
Micaela Bastidas, junto con Tomasa Tito Condemayta, Bartolina Sisa y tantas otras que la historia oficial oculta, simbolizan a las mujeres que resistimos desde nuestra identidad indígena y nuestra memoria histórica. A ellas las llamaron rebeldes, radicales, como nos llaman hoy a nosotras. Pues, sí, somos rebeldes y radicales cuando se trata de exigir el ejercicio de nuestros derechos. Cuando nos enfrentamos a todas las violencias del sistema.
Estamos recogiendo tu legado, Micaela Bastidas. En tu memoria, nos comprometemos a seguir resistiendo y luchando hasta alcanzar la justicia para todos y todas. Hasta lograr construir una sociedad en la que las futuras generaciones y la Madre Naturaleza tengan sus derechos plenamente garantizados.
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