La estrategia criminal de la dictadura, de dar a las “fuerzas del orden” licencia para matar, otorgándoles incentivos y garantizando su impunidad, llegó el sábado 28 de enero a Lima. Una persona muerta, decenas de heridos, detenidos. Ataques directos a periodistas independientes. El ensañamiento policial contra los manifestantes rompió ayer todos los límites. Reprimió incluso en las puertas de los hospitales a las personas que acompañaban a los heridos, a quienes fiscales interrogaron a escondidas y sin presencia de abogados.
La policía dejó todos los reparos, está actuando en Lima igual que en las regiones del sur. Recordemos que la usurpadora Dina Boluarte y sus “ministros” inician todos sus mensajes saludando la actuación policial y anuncian que les darán bonos por reprimir. Es decir, les otorgan su aval para disparar a matar sin temor a ser procesados. Para eso cuentan con las instituciones del “sistema de justicia”, que criminalizan y estigmatizan como terroristas a quienes se movilizan.
El papel del Ministerio Público es vergonzoso. Tanto que uno de ellos la noche del sábado entró y salió escondido al Hospital Grau para interrogar a los heridos sin presencia de abogados. Heridos que enfrentaron discriminación: los separaron en “normales” y “manifestantes”, los médicos les decían “eso te pasa por tirar piedras”. Esto es racismo, es clasismo. Qué diferencia con los médicos de regiones distintas a Lima, donde incluso se ponían como barreras humanas para evitar que la policía o el ejército remate a los heridos.
Las personas que acompañaron a los heridos fueron reprimidas por la policía con gases lacrimógenos en las puertas de los hospitales. Como lo son las mujeres que llevan agua y comida a los manifestantes, las golpean y echan los alimentos por tierra.
Después de los saludos y anuncio de incentivos por los cabecillas de la dictadura cívico-militar empresarial, la policía está disparando a la cabeza y al cuerpo a los heridos. Minutos antes de las 8 de la noche, a la altura de la primera cuadra de la avenida Abancay, un gran contingente de policías en motocicletas cercó a los manifestantes y les lanzó bombas lacrimógenas y perdigones al cuerpo.
Fue allí donde Víctor Santisteban Yacsavilca fue impactado por un proyectil en la cabeza. Canal N transmitía imágenes de esto en directo, pero en cuanto cayó el herido dirigió su cámara a otro lugar. Víctor Santisteban fue trasladado al hospital de Emergencias de la avenida Grau, donde falleció. ESSALUD informó que la causa de muerte fue traumatismo encéfalo craneano grave, “le volaron los sesos”. Pero después el Ministerio del Interior dijo que presentaba una herida detrás de la oreja producto de un golpe. Es decir, mintió.
Entre las decenas de heridos hay por lo menos seis periodistas independientes, tres de Fotógrafos AutoConvocados (FAC), con perdigones: Mianued Moreno Vera, Luisenrique Becerra Velarde y Marlon Flores; dos de Wayka, golpeados por la policía: Valia Aguirre y Kevin Huamaní; y Julio Zamarrón de ElSaltoDiario. Además, de impedir la cobertura a otros medios alternativos.
La policía se ensaña con los periodistas que informan con la verdad. De todo esto nos informamos gracias a ellos, porque los grandes medios masivos continúan desinformando y, en la práctica, formando parte de la dictadura cívico-militar-empresarial, que quiere imponer su narrativa a sangre y fuego.