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En defensa de las vidas y contra todas las formas de despojo territorial

La Asamblea General de las Naciones Unidas instituyó en 1972 el 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente. Y en esa fecha, hace catorce años, los sucesos de Bagua enlutaron al Perú, con 33 muertes provocadas por un gobierno que quiso imponer normas de despojo territorial contra los pueblos indígenas de la Amazonía.


Normas que no fueron sometidas a la consulta y el consentimiento previo, libre e informado de los pueblos indígenas, pese a que el Convenio 169 de la OIT estaba vigente en el Perú desde 1995. Y que fueron precedidas por una campaña racista cuyo máximo exponente fuero los artículos El perro del hortelano publicados por el entonces presidente Alan García Pérez, quien nunca fue sentenciado por este ni otros crímenes.


Para los pueblos y las mujeres indígenas la Madre Naturaleza no se reduce al concepto de “medio ambiente”. Somos parte de ella y todo lo que a ella le afecta nos afecta también. Sus derechos, cuyo reconocimiento exigimos porque es un ser vivo, la conjunción de todas las vidas, están íntimamente vinculados a nuestros derechos colectivos e individuales.


Por ello defendemos desde siempre nuestros territorios de todas las formas de despojo territorial que el colonialismo impone desde hace más de quinientos años, para perpetrar su sistema destructor de las vidas y de los derechos.


Un colonialismo que debe terminar para dar paso a la construcción de un horizonte de buen vivir y vida plena. Lo que parte por consolidar la conciencia colectiva de la necesidad de una nueva Constitución, elaborada por una Asamblea Constituyente Popular, Plurinacional, Soberana y Paritaria, con la más amplia y efectiva participación de los pueblos y las mujeres indígenas.



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