Esmeralda Martín Añasco, una niña de Pasco, es una nueva víctima del sistema dominante depredador y criminal. Ha muerto envenenada con metales pesados en la sangre, debido a la actividad minera y a la indiferencia cómplice del Estado.
Fueron años de lucha, de demanda de atención. Que se visibilizaron el 12 de febrero de 2020, cuando cinco familias del centro poblado de Paragsha, distrito de Simón Bolívar, provincia y departamento de Pasco, llegaron a Lima para alzar su voz de protesta y exigir que el Estado asuma el tratamiento de sus hijos, contaminados con metales pesados en su sangre.
Esmeralda representa a las más de 10 millones de personas afectadas con metales pesados en la sangre, la mayoría niños y niñas. Cifras oficiales reportaron el 2018 que en Cerro de Pasco había 2670 niños y niñas de 0 a 11 años con metales tóxicos como mercurio, arsénico y plomo. Allí opera la empresa minera Volcan, del conglomerado suizo Glencore, en un gigantesco tajo que hace que 59 mil pobladores beban agua contaminada. Otro caso dramático es la provincia de Espinar, en Cusco, donde el 78% de los habitantes tiene también la sangre envenenada.
Es el capitalismo extractivista que envenena y asesina. Que con la destrucción de la Madre Tierra trae enfermedades y muerte. Que prioriza el lucro y la acumulación individual sobre la vida. Que ve los derechos fundamentales como obstáculos para su desarrollo. Es Esmeralda y casi la tercera parte de la población víctima de la indiferencia cómplice del Estado.
Por eso necesitamos cambiar este sistema, cambiar el Estado. Caminar hacia el futuro ancestral de relación armónica con la naturaleza, de ejercicio pleno de derechos, de buen vivir. Por Esmeralda, por todas las vidas arrebatadas y las que están en peligro, por nuestros niños y nuestras niñas, hoy es más urgente que nunca una nueva Constitución Política.
Y a este dolor de la familia, a la que expresamos nuestra solidaridad, se suma el ensañamiento. Ayer se denunció que el hospital Edgardo Rebagliati se negaba a entregarles el cuerpo de Esmeralda.
¡Exigimos justicia!
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