Desde la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP), expresamos nuestra solidaridad con el pueblo de Haití.
Créditos: EFE
El pueblo haitiano está luchando desde hace 16 meses contra un gobierno corrupto y represivo, presidido por Jovenel Moïse. Las barricadas se levantan por todo Puerto Príncipe y la demanda es una sola: El cambio del sistema económico. El país más pobre del continente ha comprendido la razón de los problemas que arrastra desde hace décadas.
Son ya 42 muertos y cientos de heridos por las fuerzas militares, hombres y mujeres que reclaman la renuncia de Moïse y rechazan el encarecimiento de la vida, la corrupción, así como la falta de servicios básicos como el agua potable y la sanidad. El detonante fue un informe emitido por la Corte Superior de Cuentas que involucra a una empresa de Moïse en un manejo irregular de fondos recibidos por Haití como parte de Petrocaribe.
¿Y qué hace la ONU? La Oficina de la Organización de Naciones Unidas (ONU) para los Derechos Humanos se ha limitado a pronunciarse por los escenarios de la fuerte movilización y el descontento, la corrupción y la falta servicios básicos. Insiste en llamar al diálogo con un gobierno que ya es ilegítimo, al que apenas “exhorta” a poner fin al uso ilegítimo de la fuerza contra manifestantes y a garantizar el derecho a la vida.
El grito de los haitianos y las haitianas es el nuestro. Como los son los de los pueblos de Ecuador, Brasil, Chile, Argentina, Costa Rica. El continente se levanta contra el modelo económico neoliberal extractivista, contra el hambre y la exclusión, contra la corrupción, contra la vulneración de todo tipo de derechos.
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