La dictadura cívico-militar-empresarial ha asesinado a otras nueve personas en Juliaca, de acuerdo con información llegada desde el aeropuerto Manco Cápac de esa ciudad. Con esto suman 37 las víctimas de su terrorismo de Estado en un mes. ¿Cuánta sangre más tiene que derramarse para que la comunidad internacional entienda que el fascismo se ha instalado en el Perú?
El dolor y la indignación que nos causan estas muertes debe fortalecer nuestras luchas. El mejor homenaje que podemos ofrecer a las víctimas es seguir en resistencia, no rendirnos. Rechazar el discurso de “diálogo” y “paz social” de esta dictadura que pretende legitimarse mientras se ahoga en la sangre de quienes ejercemos nuestro derecho a la protesta. El Acuerdo Nacional debe suspender su reunión para no hacerse cómplices de los crímenes.
Denunciamos también a los grandes medios de comunicación por su sistemática campaña contra la movilización popular y por su silencio cómplice frente a los crímenes de la dictadura, por su estigmatización y “terruqueo” permanentes. Responsabilizan a quienes nos movilizamos por no dejar pasar a las ambulancias, ocultando que se ha dado la orden a esas ambulancias de no recoger a los heridos en las movilizaciones. La comunidad internacional debe reaccionar.
No nos rendiremos hasta que Dina Boluarte deje el Palacio de Gobierno que usurpa, hasta que se cierre el Congreso que la puso allí, hasta que se libere y restituya al presidente Pedro Castillo, hasta que se realice un referéndum para una nueva Constitución. Demandamos el levantamiento inmediato del estado de emergencia. Exigimos juicio y sanción para los responsables directos y políticos de todas las vulneraciones a los derechos humanos.
¡Basta de asesinatos, detenciones arbitrarias y siembra de pruebas! ¡Seguimos en movilización permanente!
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