El gobierno de Pedro Castillo ha cumplido un año con un intrascendente mensaje de 28 de julio. Su único objetivo es mantenerse en Palacio de Gobierno, sin importar lo que tenga que conceder. Nos decepciona, pero no nos sorprende. Desde que sacó a Héctor Béjar del gabinete, pudimos ver el camino que iba a seguir. Rodeándose cada vez más de un círculo de personajes arribistas, de gente que, por racismo y clasismo, rechazaba a Castillo, y hoy forma parte de ese círculo a cambio de un ministerio u otro puesto en el Estado. De organizaciones que se abstienen de cuestionar a cambio de un proyecto o un puesto de trabajo. Un arribismo claramente traidor a la clase trabajadora y los pueblos indígenas.
Un año también en el que el Congreso ha demostrado que puede ser peor que el anterior y que, en alianza con el monopolio de medios del grupo El Comercio, no ha dado tregua al gobierno. Porque no podían aceptar que un profesor de origen campesino llegara al gobierno. Un año de interpelaciones y censuras a los ministros, de sucesivas mociones de vacancia presidencial. Porque solo tienen tres objetivos: la vacancia presidencial, el retroceso de los derechos de las mujeres y blindar contra viento y marea la constitución de la dictadura fujimorista.
No somos ciegas. No solo hay una intención golpista del Congreso, sino que hay también un golpismo judicial que paraliza, empapela y sabotea al gobierno con “investigaciones” filtradas.
El objetivo de Acción Popular era que Pedro Castillo no llegue al 28 de julio, pero al no lograrlo el fujimorismo se cansó de no ser la cara visible y se ha instalado en la mesa directiva del Congreso. Y amenaza agudizar la crisis política. Está claro que no están dispuestos a dejar pasar un año más sin sacar a Castillo de Palacio. Y hay también mucho que cuestionar de “los aliados del pueblo”.
Lo dijimos y lo ratificamos: rechazamos el golpismo y no estamos a favor de la vacancia, Castillo debe terminar su mandato. ¿Sino de que institucionalidad democrática estamos hablando? ¿Será de aquella manejada por los que están muy lejos de la ruralidad? Ratificamos que nuestros votos por Castillo nunca fueron un cheque en blanco. Advertencia que el presidente nunca escuchó. Por el contrario, cede cada vez más y está en piloto automático en favor de los privilegiados de siempre. Dejando pasar o apostando por normas tipo la Ley CAD, que claramente busca institucionalizar el paramilitarismo de la derecha.
En este escenario en el que los extremos van juntándose y parecieran cerrar todas las salidas, como ONAMIAP seguimos empujando el momento constituyente, pero desde un proceso propio, desde los territorios. De manera consciente y pensando en las futuras generaciones. No somos ni seremos tontas útiles ni de la derecha ni de la “izquierda responsable”, ni del “progresismo” ni del “centro”. El cambio real solo lo conquistaremos si lo construimos desde abajo.
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